APORTES PARA LA MATERIALIZACIÓN Y SEGUIMIENTO AL PLAN DE VIDA Y DE DESARROLLO BOGOTÁ HUMANA
Además de una serie de ajustes, aportes y propuestas temáticas, el CTPD busca proponer
también algunos criterios metodológicos que el desarrollo del Plan debe tener en cuenta como
prioritarios para articular forma y contenido, para desenvolver de manera coherente muchas de
las intenciones plasmadas en sus ejes de construcción. Dichos criterios surgen de la
experiencia que a lo largo de los años hemos acumulado como CTPD y del conocimiento de las
dificultades, limitaciones pero también bondades que tiene la vida de la administración pública.
Creemos que otro de los retos que tiene nuestra ciudad, tal vez uno de los más importantes, es
la posibilidad de contar con una estructura administrativa realmente ágil, pero también
comprometida con el enfoque alternativo que tiene el PDD; de lo contrario, la ejecución de éste
se convierte en simples tareas, desarticuladas de la visión de cambio de la ciudad o peor aún,
en un largo camino de obstáculos de trámite que solamente aportan a torpedear las voluntades
políticas existentes.
Más que una gran reforma político administrativa para el Distrito, que muchas veces
experimenta problemas por tantas reformas en tan poco tiempo que no logran terminar de
adoptarse y adaptarse, sugerimos que se traduzca en claras orientaciones metodológicas y de
trabajo la intención y el enfoque de éste plan y que se implementen de una vez los aprendizajes
de lo que sabemos que funciona y lo que no al interior de la estructura funcional del Distrito. De
otra manera, las políticas corren el riesgo de estancarse.
En ese sentido, el CTPD propone:
a. Coordinación transectorial, superando la interinstitucionalidad: ésta es una
condición clave. Muchas veces las soluciones a problemas concretos y la
implementación de políticas se han estancado por falta de claridad en las funciones y
competencias sectoriales institucionales, los trámites se demoran entre una y otra
instancia y finalmente no se resuelve nada. Por otra parte se presenta también el caso
contrario en el cual cada institución o instancia se esfuerza sola para lograr algo que
podría y debería hacerse de manera interinstitucional, posibilitando ahorro de recursos,
de esfuerzos y coherencia ante la población, pues el paralelismo de la acción
institucional genera desconfianza y se convierte en indicio de incapacidad operativa y de
planeación. La coordinación interinstitucional para lograr la implementación real de los
enfoques territorial y poblacional integralmente.
b. Transversalidad de los ejes estructurales del PDD: la apuesta por generar tres - y
con la propuesta del CTPD de incorporar el eje transversal de CULTURA, cuatro - ejes
gruesos alrededor de los cuales se ordena el propósito político del Plan es muy
interesante. En los capítulos siguientes de éste documento se hacen algunas propuestas
para la ampliación y ajuste de las propuestas contenidas en ellos además de las
valoraciones ya abordadas frente a la necesidad de precisar algunos aspectos del
enfoque. El reto es lograr acompasar la apuesta de unos ejes estratégicos de ciudad con
la estructura operacional de ésta, dividida en 12 secretarías, por ahora. Si bien la
transversalidad requiere de la acción interinstitucional, no se agota ahí, debe
garantizarse que en las acciones de cada secretaría esté incorporado el enfoque de los
tres ejes. Con la misma preocupación, proponemos que las metas del Plan puedan
expresarse en clave de derechos.
c. Participación: Bogotá es una de las ciudades con mayor despliegue de instancias de
participación de carácter territorial, sectorial, local, distrital. Además, existen en la ciudad
múltiples expresiones organizativas de carácter social, de base o con personería
jurídica, que de alguna u otra manera han sido y siguen siendo protagonistas de la
construcción de ciudad. Esa es una dualidad de actores que no debe entenderse como
competencia, pero su existencia debe tenerse en cuenta para los diseños participativos.
De la misma manera, los acumulados, propuestas, experiencias, reivindicaciones de
ellos deben tenerse en cuenta en la construcción de política pública, pues muchas
veces, en ciudades como la nuestra, los actores sociales han logrado resolver
problemas de la vida urbana (servicios públicos, vías, convivencia, entre otros) de
maneras distintas a las de la administración, pero efectivas y sostenibles. La relación
que se construya en el esquema participativo con ese tipo de procesos es clave para la
legitimidad y contundencia de la participación, siempre teniendo claro que participación y
organización no es ni tiene que ser lo mismo.
Con la participación no se agotan los mecanismos sociales de incidencia y construcción
política, esa existe como un mecanismo establecido para aportar, incidir y controlar, no
necesariamente decidir. Por otra parte, la participación ha contado con distintas
limitaciones, entre ellas, la ausencia de carácter vinculante de sus deliberaciones y
decisiones que evita un impacto real del ejercicio y lo desalienta, las exigentes
dinámicas de asistencia que terminan equiparando a los líderes comunitarios con los
funcionarios o contratistas del distrito en cuanto a disposición de tiempos y recursos, la
ausencia de espacios formativos y auto - reflexivos de la participación, la superposición
de espacios entre lo sectorial poblacional, lo local y lo sectorial temático que genera un
activismo permanente de reuniones, la corporativización de los espacios de participación
dependientes de la presencia y convocatoria de los “gestores” institucionales de cada
tema y orientados muchas veces, exclusivamente a la agenda que coloca la
institucionalidad, la falta de claridad para el manejo autónomo de recursos.
Estos son algunos de los aspectos más importantes a tener en cuenta en una necesaria
reorganización del esquema de participación en Bogotá, sin embargo, esa no puede
darse de manera impositiva, debe nacer de la iniciativa y propuesta de los mismos
escenarios participativos, de la mano de la administración, que no pretenda que los
diseños de la participación agoten las instancias de expresión de la vida y la diversidad
social y que no desconozcan los acumulados y recorridos avanzados hasta el momento.
Es clave recalcar en la necesidad de la cualificación y formación para la participación,
tanto los funcionarios como los ciudadanos deben tenerla. Adicionalmente, en los entes
institucionales y sus servidores debe haber una actitud permanente para fomentar la
participación con todos. Deben estar preparados para hacer pedagogía ciudadana y
contar con los insumos y recursos necesarios para el cumplimiento de su labor. Muchas
d las precisiones que hemos hecho sobre el tema ya están construidos como norma
legal, es esencial hacerlas cumplir.
d. Defensa de lo construido: siguiendo con parte de la reflexión anterior, es necesario
entender que diversos sectores sociales le han apostado a la construcción social de
política pública, garantes de derechos poblacionales, territoriales con enfoque diferencial
a lo largo de los años. Hoy, muchas de esas apuestas tienen frutos, agendas y/o
mandatos locales, temáticos, sectoriales y territoriales. Deben ser reconocidos y
respetados por la actual Administración, pensando un espacio para la armonización de
éstos con la nueva mirada de la ciudad. Otra perspectiva de la defensa de lo construido
se refiere a la necesidad de conservar y proyectar los programas y proyectos exitosos
que vienen de anteriores administraciones y que han mostrado tener impacto,
pertinencia y aceptación en la comunidad. No acabarlas cada 4 años.
e. Administración pública abierta: temas como la corrupción, el manejo de la
administración de la ciudad con criterios de interés particular, la constitución de grupos
cerrados o limitados en las instancias de las decisiones públicas, entre otros, han sido
muy nocivos para las dinámicas de construcción de la ciudad y para su imagen. Por eso,
creemos que las instancias de participación deben constituirse como vigías de la
construcción de administración, pero también que ésta debe estar muy pendiente y tener
la capacidad de autoregularse y evitar la existencia de guetos.
f. Claridad en la presentación y la comunicación: es fundamental que la ciudadanía
tenga permanentemente claras las apuestas y acciones de la administración en la
orientación estratégica de la ciudad, para lo cual se requiere un buen ejercicio de
comunicación.
Además de una serie de ajustes, aportes y propuestas temáticas, el CTPD busca proponer
también algunos criterios metodológicos que el desarrollo del Plan debe tener en cuenta como
prioritarios para articular forma y contenido, para desenvolver de manera coherente muchas de
las intenciones plasmadas en sus ejes de construcción. Dichos criterios surgen de la
experiencia que a lo largo de los años hemos acumulado como CTPD y del conocimiento de las
dificultades, limitaciones pero también bondades que tiene la vida de la administración pública.
Creemos que otro de los retos que tiene nuestra ciudad, tal vez uno de los más importantes, es
la posibilidad de contar con una estructura administrativa realmente ágil, pero también
comprometida con el enfoque alternativo que tiene el PDD; de lo contrario, la ejecución de éste
se convierte en simples tareas, desarticuladas de la visión de cambio de la ciudad o peor aún,
en un largo camino de obstáculos de trámite que solamente aportan a torpedear las voluntades
políticas existentes.
Más que una gran reforma político administrativa para el Distrito, que muchas veces
experimenta problemas por tantas reformas en tan poco tiempo que no logran terminar de
adoptarse y adaptarse, sugerimos que se traduzca en claras orientaciones metodológicas y de
trabajo la intención y el enfoque de éste plan y que se implementen de una vez los aprendizajes
de lo que sabemos que funciona y lo que no al interior de la estructura funcional del Distrito. De
otra manera, las políticas corren el riesgo de estancarse.
En ese sentido, el CTPD propone:
a. Coordinación transectorial, superando la interinstitucionalidad: ésta es una
condición clave. Muchas veces las soluciones a problemas concretos y la
implementación de políticas se han estancado por falta de claridad en las funciones y
competencias sectoriales institucionales, los trámites se demoran entre una y otra
instancia y finalmente no se resuelve nada. Por otra parte se presenta también el caso
contrario en el cual cada institución o instancia se esfuerza sola para lograr algo que
podría y debería hacerse de manera interinstitucional, posibilitando ahorro de recursos,
de esfuerzos y coherencia ante la población, pues el paralelismo de la acción
institucional genera desconfianza y se convierte en indicio de incapacidad operativa y de
planeación. La coordinación interinstitucional para lograr la implementación real de los
enfoques territorial y poblacional integralmente.
b. Transversalidad de los ejes estructurales del PDD: la apuesta por generar tres - y
con la propuesta del CTPD de incorporar el eje transversal de CULTURA, cuatro - ejes
gruesos alrededor de los cuales se ordena el propósito político del Plan es muy
interesante. En los capítulos siguientes de éste documento se hacen algunas propuestas
para la ampliación y ajuste de las propuestas contenidas en ellos además de las
valoraciones ya abordadas frente a la necesidad de precisar algunos aspectos del
enfoque. El reto es lograr acompasar la apuesta de unos ejes estratégicos de ciudad con
la estructura operacional de ésta, dividida en 12 secretarías, por ahora. Si bien la
transversalidad requiere de la acción interinstitucional, no se agota ahí, debe
garantizarse que en las acciones de cada secretaría esté incorporado el enfoque de los
tres ejes. Con la misma preocupación, proponemos que las metas del Plan puedan
expresarse en clave de derechos.
c. Participación: Bogotá es una de las ciudades con mayor despliegue de instancias de
participación de carácter territorial, sectorial, local, distrital. Además, existen en la ciudad
múltiples expresiones organizativas de carácter social, de base o con personería
jurídica, que de alguna u otra manera han sido y siguen siendo protagonistas de la
construcción de ciudad. Esa es una dualidad de actores que no debe entenderse como
competencia, pero su existencia debe tenerse en cuenta para los diseños participativos.
De la misma manera, los acumulados, propuestas, experiencias, reivindicaciones de
ellos deben tenerse en cuenta en la construcción de política pública, pues muchas
veces, en ciudades como la nuestra, los actores sociales han logrado resolver
problemas de la vida urbana (servicios públicos, vías, convivencia, entre otros) de
maneras distintas a las de la administración, pero efectivas y sostenibles. La relación
que se construya en el esquema participativo con ese tipo de procesos es clave para la
legitimidad y contundencia de la participación, siempre teniendo claro que participación y
organización no es ni tiene que ser lo mismo.
Con la participación no se agotan los mecanismos sociales de incidencia y construcción
política, esa existe como un mecanismo establecido para aportar, incidir y controlar, no
necesariamente decidir. Por otra parte, la participación ha contado con distintas
limitaciones, entre ellas, la ausencia de carácter vinculante de sus deliberaciones y
decisiones que evita un impacto real del ejercicio y lo desalienta, las exigentes
dinámicas de asistencia que terminan equiparando a los líderes comunitarios con los
funcionarios o contratistas del distrito en cuanto a disposición de tiempos y recursos, la
ausencia de espacios formativos y auto - reflexivos de la participación, la superposición
de espacios entre lo sectorial poblacional, lo local y lo sectorial temático que genera un
activismo permanente de reuniones, la corporativización de los espacios de participación
dependientes de la presencia y convocatoria de los “gestores” institucionales de cada
tema y orientados muchas veces, exclusivamente a la agenda que coloca la
institucionalidad, la falta de claridad para el manejo autónomo de recursos.
Estos son algunos de los aspectos más importantes a tener en cuenta en una necesaria
reorganización del esquema de participación en Bogotá, sin embargo, esa no puede
darse de manera impositiva, debe nacer de la iniciativa y propuesta de los mismos
escenarios participativos, de la mano de la administración, que no pretenda que los
diseños de la participación agoten las instancias de expresión de la vida y la diversidad
social y que no desconozcan los acumulados y recorridos avanzados hasta el momento.
Es clave recalcar en la necesidad de la cualificación y formación para la participación,
tanto los funcionarios como los ciudadanos deben tenerla. Adicionalmente, en los entes
institucionales y sus servidores debe haber una actitud permanente para fomentar la
participación con todos. Deben estar preparados para hacer pedagogía ciudadana y
contar con los insumos y recursos necesarios para el cumplimiento de su labor. Muchas
d las precisiones que hemos hecho sobre el tema ya están construidos como norma
legal, es esencial hacerlas cumplir.
d. Defensa de lo construido: siguiendo con parte de la reflexión anterior, es necesario
entender que diversos sectores sociales le han apostado a la construcción social de
política pública, garantes de derechos poblacionales, territoriales con enfoque diferencial
a lo largo de los años. Hoy, muchas de esas apuestas tienen frutos, agendas y/o
mandatos locales, temáticos, sectoriales y territoriales. Deben ser reconocidos y
respetados por la actual Administración, pensando un espacio para la armonización de
éstos con la nueva mirada de la ciudad. Otra perspectiva de la defensa de lo construido
se refiere a la necesidad de conservar y proyectar los programas y proyectos exitosos
que vienen de anteriores administraciones y que han mostrado tener impacto,
pertinencia y aceptación en la comunidad. No acabarlas cada 4 años.
e. Administración pública abierta: temas como la corrupción, el manejo de la
administración de la ciudad con criterios de interés particular, la constitución de grupos
cerrados o limitados en las instancias de las decisiones públicas, entre otros, han sido
muy nocivos para las dinámicas de construcción de la ciudad y para su imagen. Por eso,
creemos que las instancias de participación deben constituirse como vigías de la
construcción de administración, pero también que ésta debe estar muy pendiente y tener
la capacidad de autoregularse y evitar la existencia de guetos.
f. Claridad en la presentación y la comunicación: es fundamental que la ciudadanía
tenga permanentemente claras las apuestas y acciones de la administración en la
orientación estratégica de la ciudad, para lo cual se requiere un buen ejercicio de
comunicación.